Se tiene identificado que en las culturas prehispánicas había bajos índices de obesidad y diabetes, gracias a que llevaban una dieta balanceada.
En lugares como Teotihuacán, consumían mucha proteína comiendo perro, insectos, venado y guajolote, combinando con vegetales como el nopal, las tunas, el maíz, el frijol, jitomate y semilla de calabaza, que aportan muchos beneficios al cuerpo
Esta dieta rica en proteínas, en fibra, vitaminas y baja en azúcares, les permitía tener un sistema digestivo sano y con poco tejido
graso.
También la alimentación prehispánica era rica en antioxidantes y abundante en omega 3 gracias al consumo de semillas como la chía o calabaza, que ayudan a reducir la grasa y los triglicéridos.
Además el nopal rico en fibra y con índice glucémico bajo, evitaba que se elevara la glucosa en sangre, así como el frijol que fortalecía la flora intestinal.
Era una buena alimentación, que se vio modificada por la adopción de hábitos alimenticios españoles.
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